Carpetas

Como casi cualquier objeto útil, roza el imposible que sea más sencillo y entra de lleno en lo increíble que

 nadie hubiera pensado en él mucho tiempo antes. Se trata de tener todos los documentos, de los que muy pocos son un DIN A4 ordenados, separados y a salvo de polvo, suciedad, luz intensa… ¿Cómo lo hacemos si no queremos usar un archivador y además deseamos tenerlos a mano?

Eso es: doblando una cartulina un poco más de dos veces el tamaño de lo que pretendemos salvaguardar. En términos algo más precisos, una cartulina algo más grande que un A3 con un gramaje de 300 ¿Qué nos queda? Eso mismo: una carpeta.

 

Las carpetas como herramientas de promoción

Estos útiles accesorios, se presentan, además, adecuados a cualquier necesidad ¿Que nos basta con acumular los documentos sobre el escritorio hasta que los llevamos al archivo definitivo? Pues entonces será suficiente una cartulina doblada por la mitad.

Tal vez las carpetas pasen de mesa en mesa o de uno a otro departamento, por varias manos, no todas tan cuidadosas como las nuestras. En ese caso, podemos encargar que tengan solapas, de modo que sujeten los folios y estos no se caigan al levantar las carpetas sin presionarlas lo suficiente para mantener los documentos dentro.

También es posible que la carpeta vaya a salir de la oficina y de la empresa. Es en este caso cuando toma especial la  imprenta, en tanto supone una excelente herramienta publicitaria. Allí donde vaya a parar, llevará nuestro logo, colores corporativos y, sobre todo, nuestros datos de contacto. Y, desde luego, ese “donde vaya a parar” puede incluir clientes potenciales o inversores.

Pero, ¿por cuánto nos puede salir imprimir, digamos, mil carpetas, con solapas, puesto que van a abandonarla seguridad de nuestra mesa, a todo color y por todas sus superficies, dentro  fuera? Pues resulta que además de ser buena idea, es barata: cada ítem nos costaría 49 céntimos y medio.